Walter Pereyra, secretario de Obras Públicas y Planificación Urbana de Malvinas Argentinas, destaca la importancia de la juventud y del sentido de pertenencia a la gestión para apostar por el crecimiento del distrito. Además recuerda parte de su infancia y brinda detalles de su particular llegada al área que encabeza.
“Pensaba ‘jubilarme’ a los 40 porque arranqué muy joven a laburar, mis viejos se habían separado y me tocó en su momento mantener a mi familia. Pero no me imaginaba esto, por eso el 10 de diciembre del año pasado fue un click en todo mi proyecto de vida”, confiesa el Arquitecto Walter Pereyra, secretario de Obras Públicas y Planificación Urbana del Municipio de Malvinas Argentinas. “No me llevaba ninguna materia y mi premio era ir a la caja de la carnicería de mi viejo a laburar. Me pasaba todo el verano en el negocio –risas–. Eso te va marcando”, recuerda.
Walter Fernando Pereyra tiene 38 años, se autodefine como emprendedor, es Maestro Mayor de Obras (EEST N°3 de San Miguel) y eligió la carrera de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires para terminar de definirse como profesional.
Bastante, y un poco tiene que ver con tener metas siempre claras. En la Secretaría hay chicos muy jóvenes, y les digo que siempre tengan fe en lo que hacen, que sueñen y se pongan objetivos para cumplir, porque una vez que llegás después querés más, y eso es lo que me pasaba a mí.
Fue un poco consecuencia de mis estudios de secundaria, y estuve en dudas de seguir Ingeniería en Sistemas. Fui a las charlas orientativas, escuché las dos, y cuando vi las materias de Arquitectura, que eran prácticamente las mismas, decidí que era lo mejor como una continuidad de lo que venía estudiando.
Sí, igual me gustan mucho los números. Me quedó pendiente ser Contador, o algo relacionado al tema, pero también lo aplico mucho en mi vida profesional cuando hago un desarrollo importante.
Pereyra se expresa en detalle conforme avanzan las respuestas, mientras aporta frases y episodios concretos para darle especial relevancia a un tramo bastante particular de su historia. “Hoy que Leo (Nardini) sea uno de los intendentes más jóvenes de la provincia cambió todo. Muchos en su gabinete también lo somos y estamos dentro de una estructura que tiene un montón de futuro, que nos gusta y nos motiva”, sostiene.
Formo parte del espacio y de la estructura desde hace más de 12 años, y el año pasado, antes de las PASO, le comenté a Leo que tenía los pasajes para irme a vivir a España. Pero en agosto, cuando lo llamé para felicitarlo, me pidió que arme una propuesta para cada uno de los barrios y que hable con él en los actos. Hicimos las propuestas de obras, la descentralización del distrito, pero después de las elecciones me fui y le dije que volvía en 15 días. Cuando volví me llamó y me dijo que tenía que ser el secretario de Obras. Le dije que estaba loco. Pero trajo su termo, su mate, me sentó tres horas, me habló y me dijo que lo piense. Acepté, se lo dije a mi novia, que es abogada y que también tiene su independencia económica, y fue un cambio de vida para todos.
Sí, lo disfruto mucho, aunque los primeros meses fueron muy duros porque la administración pública es complicada. Estaba acostumbrado a que en la vida privada necesitás un clavo y vas a comprarlo. Acá no es así, es mucho de corazón que hay que poner. Y en mi caso, haber podido proyectar, diseñar y construir el circuito aeróbico del campo de Rossi donde jugaba a la pelota y me embarraba hasta la cabeza no me lo saca nadie. Y a cada uno de los que conforma el equipo le pasa lo mismo. Además lo más importante es que tus seres queridos te apoyen y te acompañen. Creo que la vida es así.
Se transformó en un sentimiento que vivimos más profundamente, tenemos la posibilidad de cambiar las cosas haciendo lo que creemos que hay que hacer. Soy muy creyente, creo que algo está marcado y que tenía que ser así, como si estudiar lo que estudié hubiese estado escrito para pensar en potenciar el urbanismo de Malvinas. En mis distintos emprendimientos y trabajos anteriores me pasó que me cansaba, me aburría o me costaba hacerlo. Ahora termino el día con satisfacción y felicidad, y mientras lo viva así voy a seguir haciéndolo con ganas.
